lunes, 1 de mayo de 2017

Ueli Steck, accidente en el Himalaya, otro costoso peaje



Hoy nos hemos despertado con una triste noticia...




"A group of six rescuers discovered a body of the multiple-record holder mountaineer near the Nuptse Face of Mt Everest where he could have slipped and fell on the ice-covered slope. Fellow mountaineers had seen him climbing Mt Nuptse alone at around 4:30 am."



The Himalayan Times



Ueli Steck. Photo: Ueli Steck Facebook





Y yo me pregunto ¿que demonios pasa por la cabeza de una persona que se dedica a ascender y descender un ochomil por la noche y en solitario?


Todos los que amamos la montaña estamos de duelo esta fatídica mañana de domingo, en la que nos ha dejado unos de los mejores alpinistas de la historia, leyenda viva por méritos propios a los 41 años, con media vida por delante.
Estas cosas nos tocan en el alma.
Al menos a mi me hacen tomar conciencia de todas la veces que he forzado la suerte. Esas ocasiones que todo montañero ha vivido en las que sin saber muy bien porque, se la ha jugado, y por fortuna a salido bien parado.
Hace muchos años que no salgo solo hacer ninguna actividad que requiera el más mínimo compromiso técnico.
Este tipo de accidentes me hacen siempre reparar en dos aspectos fundamentales.
La soledad y la competitividad son dos aspectos que forman un cocktail muy peligroso.
Y es que en los deportes de montaña y escalada, no hay mejor seguro que un compañero por una parte, y que a las montañas y paredes hay que acercarse siempre con humildad y respeto.

Desde siempre ha habido y habrá elegidos como Ueli. El problema es que inducen y transmiten un mensaje subliminal muy peligroso. ya que la admiración que producen sus actividades eclipsa el enorme peligro que comportan alentando de una forma inconsciente a que cualquiera se aventure en solitario.
Si a esto le añadimos un "cronómetro" y/o un "record" que batir, la mezcla ya es explosiva.

Y es que el medio vertical, la naturaleza, las montañas, las paredes no entienden de estas cosas humanas.
Lo único que cuenta es el azar y el orden de probabilidades.

Vamos ,que tanto va el cántaro a la fuente, que al final, se rompe. O dicho de otro modo, cuanto más veces forcemos la máquina y las situaciones, más posibilidades hay que tengamos un percance.

Está claro que al nivel de actividades a los que cada vez se va enfrentando un deportista de élite mundial, como el caso de Ueli, han de ser realizadas en solitario, ya que el "estilo rápido del alpinismo moderno así lo exige; de lo contrario sería imposible, con el método clásico de cordada y progresión cumpliendo unos mínimos protocolos de seguridad, es demasiado lento para poder alcanzar los objetivos y marcas tan sobrehumanas que se están logrando. Pero...¿dónde está el límite?

En mi humilde opinión esto no es más que un enorme desatino. La soledad y competitividad son dos factores perniciosos e indeseables que no tienen cabida en la montaña.
Nos empeñamos en seguir alimentando el ego, en seguir desafiando y porfiando a las montañas y ellas nos devuelven los que les damos.

Creo que aunque hacer ochomiles en solitario sin oxígeno sea algo muy admirable desde un punto de vista material y mediático, terrenal y social, valores que por desgracia han llegado a ser más relevantes en la sociedad de nuestros días que los verdaderos valores humanos y espirituales que aportan las montañas.
Este concepto del individualismo y egocentrismo es lo que está destruyendo el mundo y por supuesto las montañas no lo quieren.
Creo que es una falta de respeto total y absoluta a las montañas, entidades que en algunas culturas orientales,  son consideradas como deidades, a las que se les rinde un tributo.
Pero los occidentales somos los más cojonudos, somos el ombligo del mundo con nuestros egos, sponsors, prisas...
así no... es mi opinión.



Casualmente hace pocos días me encontré con una persona en mi escuela local.
No lo conocía, nunca le había visto.
Se encontraba a unos 50m de nosotros y rápidamente advertimos que estaba solo.
Estábamos únicamente nosotros, que eramos 3, y este misterioso individuo, en toda la escuela.
Estaba escalando una vía muy popular y repetida de iniciación y rápidamente nos acercamos a invitarle a unirse a nosotros, y así ser pares.

Ya en en el suelo observo horrorizado su material. Compruebo en silencio que esta persona no tiene ni idea de cómo equiparse para escalar en solitario.
Con delicadeza le pregunto de donde es, cuanto tiempo lleva escalando, porque está solo.

Nos dice que lleva poco tiempo escalando, que es del pueblo pero que no conoce a nadie y que siempre que escala lo hace solo, que no se fía de nadie y esta acostumbrado.

Pues bien, esta persona debido a un cambio radical y traumático en su vida, ha decidido ponerse a escalar, ya que siempre le había gustado pero nunca lo había podido hacer.
Dice que tiene una sobrina que escala y que siempre anda diciendo que vaya a escalar pero el prefiere estar solo. Hasta ahí puede valer...

Con toda la suavidad y respeto del mundo me tomo la licencia de indicarle que lo que está haciendo es muy peligroso, que como experiencia iniciática todo vale, y es muy respetable, pero que si se tiene un poco de sentido común y algo de aprecio por la integridad personal, uno no puede irse solo a escalar sin unos mínimos conocimientos básicos. Que corre riesgo de sufrir un accidente de consecuencias graves o fatales.
Pero cuando voy descubriendo la realidad cada vez voy flipando más y más...

Estamos hablando no solo de no llevar un simple arnés de pecho improvisado, ni aparato ninguno de escalada en solo, ni siquiera un gri-gri modificado (cosa tampoco recomendable); es que esta persona resulta que no sabe hacerse ni un ocho de encordamiento; va encordado con una gaza simple en un arnés de barrancos, con un solo ojal, ni siquiera un arnés de escalada normal. Su técnica primaria de progresión, para que no le colgara el grillo, ya que no llevaba arnés de pecho para poder posicionar el bloqueador en vertical, sino que simplemente va escalando con la cuerda por encima del hombro.
Su seguro principal es una gaza simple con un mosquetón directamente a la primera chapa de la vía.
En fin algo surrealista hoy en día, algo que me puso los pelos de punta.


Pues bien después de recobrar el aliento, y animarle a que se compre el manual básico de Desnivel de escalada en solo, nos dimos los teléfonos para que contacte cuando quiera y con mucho gusto a venir con nosotros.

El caso es que después de todo nos lo volvemos a encontrar a los pocos días de nuevo solo en otro sector, que lo vimos por casualidad, y por supuesto habiendo hecho caso omiso absolutamente a nuestras recomendaciones.
Pues sin más lo único que me salió del corazón y lo que hice, fue ignorarlo por completo y pasar de largo.
Desde luego mi conciencia está tranquila, yo he hecho lo que podía hacer y si una persona se empeña de forma consciente en practicar una actividad de riesgo de una forma del todo negligente, habiendo sido convenientemente avisado y advertido, es su elección y su problema.

Lo malo es que por culpa de este tipo de comportamientos, unas veces alentados por la sociedad del individualismo, otras por una ignorancia supina y otras como el caso que nos atañe, por una especie de cabezonería y obstinación por salirnos con la nuestra y creernos por encima de todo; el caso es que nos afecta a todo el colectivo de muchas formas indirectas.
Lo primero que me viene es el asunto rescates y costes que suponen los accidentes, pero eso es ya es tema para otra entrada.


Con todo esto quiero dejar claro que los deportes de escalada y montaña no son un juego, no se pueden subestimar, ya sea por ignorancia o por arrogancia, no se deben practicar nunca en solitario, porque es atentar directamente contra uno de los códigos básicos de la montaña, la importancia capital del compañerismo (al final dejo enlace de una entrada relacionada con esto)



Todos hemos hecho locuras sin saberlo, todos hemos ido solos alguna vez, pero todos también hemos recibido señales, toques de atención, experiencias que nos hacen darnos cuenta de lo sutil y efímera que es la diferencia entre seguir vivo o pegarte la ostia de tu vida, porque aquí en las montañas y paredes no hay "Extra ball", si comentes un fallo es "Game Over".

Está claro que la seguridad 100% nunca puede existir, y accidentes siempre ha habido y habrá, pero andar forzando la suerte por sistema y comprando más papeletas de las necesarias, para mi desde luego que no me compensa.


Espero que la pérdida de personas como Ueli, reabra el debate, pues es muy fácil confundir al común de los mortales con estas cosas, ya que él era un elegido, como tantos otros que ya nos dejaron por lo mismo, por no saber parar a tiempo, por morir haciendo lo único que sabían, forzar los límites hasta lo impensable.
Lo importante es tener claro que la vida, nuestra estancia en este planeta, es demasiado preciosa y milagrosa para andar poniéndola en riesgo alegremente, que la montaña de la vida y llegar a la vejez y poder mirar con perspectiva, es mucho más valioso que la montaña, pared o cualquiera que sea el reto, que por conseguirlo nos haga pagar el precio más alto, que es perder la vida.
Hay que indagar constantemente para conocerse y conocer el medio lo más profundamente posible, para saber intuir y leer las señales que nos marcan dónde están los límites de cada uno, y si es posible no rebasarlos muy a menudo.
De lo contrario estaremos comprando muchas papeletas, quizá demasiadas...





Quizá también te puede interesar esta entrada relacionada...

http://rocajevivo.blogspot.com/2015/01/no-es-lo-mismo.html













2 comentarios:

  1. tienes mucha razon david y doy fe de lo de julio porque estaba alli,pero aveces las circustancias obligan a salir solo y jugarte el tipo aunque no sea lo mas recomenbable,un saludo

    ResponderEliminar
  2. claro bichin, pero una cosa es ir a andar y otra ir a escalar sin tener puta idea ni equipo mínimo necesario, es a lo que voy ;)

    ResponderEliminar

En breve aparecerá tu comentario, tan pronto lo apruebe el administrador.
Gracias por participar y comentar.

Escalada, crónica de una muerte anunciada.

  Difícilmente podía imaginar hace más de tres décadas, cuando descubrí la escalada, que algún día estuviera en peligro. Cuando hablo de esc...