jueves, 15 de enero de 2015

No es lo mismo...



"Voy, compañer@"
Esta simple expresión, encierra muchos significados.

Se puede escalar en solitario, claro que si, de igual modo que se puede jugar al futbol uno solo, disparando contra una pared... pero no es lo mismo.

Por eso también en bastante medida el auge del bloque, porque permite la práctica sin compañero, aunque...no es lo mismo.

Vale para quitarte el mono, pero para superar tus limites en soledad, hay que ser un elegido.
Pero hoy no voy hablar de la escalada en solitario, si no de todo lo contrario. La escalada en solitario es otra dimensión que merece su entrada aparte. Pocos se atreven a intentar una vía de su máximo grado en solitario. En solitario se buscan otras sensaciones.





Quiero hablar del compañero, esa persona con la que compartir y disfrutar.
Esa persona con la que progresar y superar nuestros límites.

En estos tiempos de individualismo y prisa, nos queda poco espacio para pensar en los demás.
Pero para el común de los mortales que nos gusta la dificultad, debemos apreciar mucho cada vez que podemos decir "voy compañero", porque si no, no es lo mismo.

Que difícil se está poniendo poder coincidir con la gente.  Y eso para deportiva, porque para clásica ya es la bomba lo complicado que resulta encontrar compañero.

Y es que vivimos una época muy convulsa, de desencuentros, de falta de comunicación, donde la confluencia y la fluidez se ven obstaculizados.
Desde hace muchos años he observado que la transferencia de lo malo de nuestras vidas hacia la escalada es más habitual que lo contrario, es decir, la transferencia de lo bueno de la escalada hacia la vida cotidiana.
Esta descompensación no se trabaja en el roco, ni en la multipresa.

Esto no está bien, es algo en lo que me esfuerzo día a día por compensar, porque cada día creo más firmemente en que se le da demasiada importancia al entrenamiento de los aspectos físicos por encima de los factores sicológicos.
Si en algún deporte es importante el conocimiento y trabajo interior, ese es el nuestro.

Entre lo de fuera (tiempo disponible, las distancias, la meteo); y lo de dentro (intereses personales, la ansiedad, el estres...)

¡Cuanta interferencia!

Todo esta interelacionado... y dentro de este trabajo interior, la figura del compañero es una pieza fundamental, sobre todo porque nosotros también somos "el compañero". Porque todos tenemos similares anhelos, todos soñamos, todos tenemos miedo, todos buscamos superarnos, todos tenemos metas.

Por eso cada vez valoro más los momentos y las personas, la figura de la persona que está al otro lado. Porque no siempre la encontramos.
Porque necesitamos que esté por nosotros. Que nos dedique su tiempo. Que sepa cuando nos tiene que dinamizar o clavar. Que nos da el apunte justo en momento preciso. Porque en mayor medida de la que creemos, el encadene, se lo debemos al compañero que tenemos abajo o a nuestro lado en la reunión.

Todo ello es un regalo, porque si no, no es lo mismo...

Me gustaría mencionar a mucha gente, pero no lo haré, por respeto a que su reputación pueda caer en picado por escalar con un paquete como un servidor.
Gracias, como siempre, a todos los que compartís escaladas conmigo, porque sin vosotros no sería posible.



2 comentarios:

  1. Muy bien David!
    Importante valorar y recordar los aspectos no deportivos de la escalada que son muchos, aunque tantos se los pierdan, por lo que tu precisamente dices

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  2. Intantes inamovibles con personajes inconbustibles..
    Los escaladores somos sociales por naturaleza por compartir, por egoísmo, por conveniencia,.. en fin por amor.. en alguna cosa ya sea del yin - o del yan!
    Incluso en solitario hay ese equilibrio, aunque sea con el el silent parther o ese tronco al final de la cuerda junta a esa conciencia siempre estará esa cara oculta que nos habla desde la voluntad por el querer, que cuando escalas con un compañer@ en que confias o en el que quieres confiar, se cumple con solo su presencia!

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